PARTE I:
En 2003, Enrique estaba haciendo pruebas con un regulador de buceo que él mismo había inventado. Cada semana se sumergía a 80 metros de profundidad para probarlo, hasta que decidió irse a las ferias internacionales de buceo para enseñar su producto. Así fue como conoció al fabricante de reguladores más importante del mundo, Scubapro. “Trae tu invento a nuestro banco de pruebas en Milán”, cuenta que le pidió dicho fabricante. Tras visitar la ciudad italiana, regresó a Mallorca, donde Enrique decidió fabricar su propia caja de presión con la ayuda de un amigo. Pero tras un fallo en el material, esta reventó, le provocó un traumatismo craneoencefálico y perdió gran cantidad de sangre.
Sebastián Enrique Bendito, conocido como Quique, es inventor, instructor de buceo y donante de componentes sanguíneos desde los 18 años. Ahora tiene 57 y tan sólo faltó a su cita con la donación, durante 2 o 3 años. Consecuencia de su grave accidente y de que los médicos querían ser precavidos con su situación. Incluso creyeron que no podría volver a donar. Su admiración por el nadador Xavi Torres, sumada a su tozudez, le empujaron a insistir hasta que lo consiguió. “Si él no se ha rendido nunca, ¿cómo iba a hacerlo yo?”, asegura el inventor. Aunque a esta ecuación hay que sumarle una variable muy importante, su fuerte compromiso con la donación.
De carácter afable y risueño, está convencido de que los años como donante de sangre le ayudaron en su recuperación. “Los médicos no se creen que pueda hacer todo lo que estoy haciendo. Primero me dieron por muerto, luego por vegetal y finalmente dijeron que, aunque me recuperase de la amnesia, las secuelas serían muy graves. Estoy seguro de que la donación me dio fuerzas, porque cuando donas le estás diciendo a tu cuerpo que cree más glóbulos rojos. Tus células se tienen que poner en marcha, si lo sumas a una vida sana, a la larga notas que tu constitución se fortalece”, explica, mientras se señala donde hace dos días le pincharon para sacarle sangre. La marca es prácticamente invisible. Según él, porque tras más de 190 donaciones y casi 40 años como donante, su cuerpo sana más rápido.
🖋 Andreu Vidal Bustamante
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