PARTE II:
Hijo de donantes, Quique comenzó a donar sangre en la academia de la base aérea de San Javier. Primero cada tres meses, más tarde cada tres semanas cuando implementaron la donación por aféresis en Son Dureta, dos o tres años antes de su accidente. “Estamos aquí para hacer algo y si es positivo mucho mejor. Con lo poco que me cuesta donar, lo hago encantado. Voy al Banco de Sangre cuando me citan y me siento durante una hora u hora y media mientras me extraen el componente que necesitan. Las enfermeras son las que deciden si quieren plasma, plaquetas o glóbulos rojos”, cuenta el veterano donante.
Su forma de hablar desprende el compromiso que siente hacia la donación. Para él, forma parte de su rutina. Lo considera su responsabilidad. “Lo que me llena es el acto de compartir algo con los demás”, asegura.
Es 0+, no fuma, no bebe y lleva una vida sana. Se ejercita cada día. O bien corre 10 km o nada 8 y como consecuencia de su accidente, tiene reconocida una incapacidad del 60%. Estuvo seis veces al borde de la muerte cerebral y llegó a pesar 40 kilos, había perdió 30. Durante todo un año, lo único que supo de él mismo era que se llamaba Quique, pero no su nombre de pila, que admiraba a Xavi Torres y que era donante de sangre. La amnesia, consecuencia del traumatismo, le había hecho olvidar todo lo demás, incluso a sus padres y sus hermanos que lo cuidaban.
“Estando en el hospital empecé a flipar en colores. En algún momento de lucidez vi en el televisor de la habitación cosas sobre Inglaterra, una corrida de toros. Entonces, empecé a pensar que había tenido un accidente toreando en Londres y que en cualquier momento la policía me detendría porque allí es ilegal”. Quique se ríe mientras relata la anécdota y recuerda lo mal que llegó a estar ese año, cómo él mismo dice. Ríe porque sabe lo cerca que estuvo de morir. Porque sabe que es mejor disfrutar de cada instante. Citando sus propias palabras. «No estoy loco, estoy vivo. Soy consciente de lo que me pasó, aunque no todos mis recuerdos sean de fiar. No llegué a estar tan mal, así que no me rendí. He vuelto a donar, a bucear y sigo inventado, porque quiero y estoy vivo».
🖋 Andreu Vidal Bustamante
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