PARTE II:
Si las circunstancias hubiesen sido diferentes, con toda probabilidad habría perdido la vida y su hija pequeña habría quedado huérfana de madre. La historia de Lorena habría tenido un final trágico de no ser por los donantes. En la misma operación le tuvieron que poner las diez bolsas de sangre que habían preparado para ella y en los días posteriores, mientras estuvo ingresada en la UCI, siguió necesitando transfusiones.
 “Cuando desperté en el hospital y me contaron lo que había pasado, sentí un inmenso agradecimiento hacia las personas que me habían salvado. Me arrepiento tanto de no haber sido donante durante estos últimos años. Es un gesto simple, pero tan heroico. La mayor parte del tiempo no somos conscientes de lo mucho que una persona puede necesitar sangre en un momento determinado. Y es que al final, donar sangre sólo te lleva 20 minutos de tu tiempo. 20 minutos que para otra persona pueden significar seguir viviendo, como fue mi caso. Mi experiencia me ha hecho plantearme muchas cosas y sobre todo me ha enseñado a agradecer muchas cosas que antes no agradecía”, explica Lorena con una sincera sonrisa y tono cargado de emoción.
Entre sus familiares y amigos hay donantes activos desde hace años, como su madre, y otros que empezaron a donar cuando supieron lo que había sucedido en la operación. Ella asegura que están muy concienciados, pero señala que la gente no debería esperar a que suceda algo malo para hacerse donante de sangre. “La sociedad española es tremendamente solidaria y sensible. Lo que pasa es que a veces, por nuestro propio día a día, no tenemos suficientemente interiorizado lo importante que es ir a donar sangre. Yo veo que la gente más comprometida es la que va a donar cada pocos meses. Falta llegar a esas personas que lo harían, pero que por desconocimiento o por otros motivos no dona. Ojalá yo hubiese pensado en volver a donar sin tener que pasar por lo que pasé”.
Lorena es profesora en el colegio Pureza de María de Manacor, centro educativo que colabora con el Banco de Sangre y Tejidos de las Islas Baleares como parte del programa Educa, cuyo objetivo es que los alumnos aprendan el valor de la donación. Para ella, sensibilizar sobre esta cuestión desde los centros educativos es muy importante. “La clave de todo es lo que nos enseñan desde pequeños en casa y en las escuelas. Por lo que es muy importante que los niños aprendan pronto todo el bien que pueden hacer de mayores como donantes”.
Aunque lo peor pasó hace ya dos años, Lorena todavía no tiene el alta médica. Está sana, puede disfrutar de su familia y vuelve a estar embarazada. Entre medias, siguen haciendo resonancias de control para asegurarse de que no aparece una nueva tumoración. Las previsiones son buenas. Ella lo tiene claro, en el momento en el que le den el alta, volverá a donar sangre. Pues de la misma forma que a ella le salvaron la vida y cada día lo agradece, quiere contribuir a ayudar a otros que, sin importar quienes sean, lo necesiten.
🖋 Andreu Vidal Bustamante
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